Zeshak nació en Umadhún y fue elegido rey de los sheks cuando Usszik, el rey anterior, murió luchando contra un Rastreador.
Su vida transcurrió de la misma forma monótona que las de los otros cientos de sheks atrapados en Umadhún, hasta que Ashran el Nigromante se puso en contacto con él. El simple hecho de que un humano lograra llegar hasta Umadhún, cuya frontera, en pleno apogeo de los dragones, estaba totalmente sellada, bastó para convencer a Zeshak de que aquel hechicero era realmente una encarnación del Séptimo dios. A cambio de su obediencia incondicional, Ashran le prometió a Zeshak que los sacaría a todos de allí.
El día de la conjunción astral, los dragones murieron y el sello de Umadhún se debilitó lo suficiente como para que Ashran pudiera deshacerlo, lo cual permitió el acceso de los sheks a Idhún. Zeshak dejó atrás a su compañera Sheziss, la cual se quedó en Umadhún para cuidar de sus huevos, junto a los otros sheks que eran demasiado jóvenes, o estaban viejos o enfermos.
Sin embargo, Zeshak descubrió que el plan de Ashran no era perfecto. Tanto los dragones como los unicornios habían muerto y, en segundo lugar, había una profecía.
La única manera de alcanzar al dragón y unicornio que había escapado a la tierra era mediante un híbrido. Ashran ofreció a su propio hijo, contra la voluntad de Manua, su madre. Zeshak, como rey y representante de los sheks, no tuvo más remedio que hacer lo mismo.
El experimento falló todas y cada una de las veces, a excepción del último huevo que quedaba. A pesar de haber creado el híbrido que necesitaban, todos los demás hijos habían muerto.
Habían sido catorce los huevos que Sheziss habían puesto, los únicos que pondría en su vida. Jamás se lo perdonó.
Durante la era de Ashran, Zeshak se mantuvo en silencio acerca de su identidad y quince años más tarde, a pesar de intentar detener a la Tríada, la profecía se cumplió.
Zeshak murió esa misma noche, asesinado por una Sheziss sedienta de venganza. Sin embargo, consiguió nombrar como sucesora a la brillantísima Ziessel, la Bella.
Muchos sheks lo honran, aunque a otros no les pareció tan bien que se sometiera a un humano durante tanto tiempo, o del todo. Pero gracias a ello, las serpientes consiguieron escapar de Umadhún
Tampoco olvidan el terrible sacrificio que hizo por su pueblo.