Neliam, Señora del Mar, es la diosa del mar. Es la creadora de los Varu y es una de Los Seis.
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Esta diosa tiene fama de serena e imperturbable, lo cual contradice la leyenda que afirma que, en tiempos remotos, Neliam lloró y lloró sin parar hasta que medio mundo estuvo cubierto por un mar de lágrimas. A esta llantina de la diosa se la conoce como «el Disgusto de Neliam». Teólogos, sacerdotes y eruditos varu de todas las épocas han debatido acerca de qué fue lo que disgustó a su diosa hasta el punto de hacerle llorar un océano entero, pero a día de hoy todavía no se ha llegado a ninguna conclusión. Hay una leyenda que cuenta que, en el principio de los tiempos, cuando Irial puso nombre a todas las cosas, se olvidó de la pequeña luna roja de Neliam, y eso fue lo que hizo que la diosa llorase amargamente. Por esta razón, Irial decidió finalmente llamarla Ayea, que significa «la luna de las lágrimas». Algunos estudiosos varu encuentran entrañable esta leyenda, que presenta a su diosa como una entidad sensible y encariñada con los suyos, ya sean sus criaturas o la luna que se trajo desde lo más profundo del cosmos. Otros, en cambio, prefieren creer que la creación del gran océano se debe a un deseo voluntario de Neliam de habilitar un hogar para los varu: la idea de que una diosa llorase a mares a causa de una especie de rabieta infantil les resulta demasiado inverosímil. Neliam es la diosa madre de los varu, pero también lo es de todas las criaturas que habitan en el mar, incluso de los manantiales, de los lagos, de los ríos y hasta de los charcos que forman las gotas de lluvia. Por esta razón las náyades, que veneran a Wina sobre todos los dioses, recuerdan también a Neliam en sus oraciones. Ella es la diosa que mueve las poderosas mareas de Idhún, y por ese motivo los varu dicen que, aunque Ayea es su luna favorita, en realidad las tres la obedecen y le rinden pleitesía. Se la representa como una mujer varu de largos cabellos, sonrisa serena y enigmática mirada, a veces con las mejillas empapadas en llanto. Pero en su forma pura, Neliam provoca maremotos y poderosas corrientes marinas. La última vez que bajó al mundo, anegó