Los feéricos, hijos de la diosa Wina, viven en los bosques de Idhún, en especial Awa y Alis Lithban. También es posible verlos en cualquier otra parte donde haya un bosque o algo parecido en el que puedan sentirse a gusto. Por tanto, no pueden instalarse en zonas como Nanhai, Kash-Tar o el Reino Oceánico. Un feérico lejos del bosque no tarda en marchitarse y morir.
Esto se debe a que los feéricos mantienen una relación muy estrecha con los árboles y con el mundo vegetal en general. Todo feérico, tiene en el corazón del bosque un árbol al que considera hermano, porque germinó el mismo día y en el mismo lugar en el que él nació. Esta es una de las razones por la que la vida de los feéricos está unida tanto a las plantas. Los cabellos de los feéricos se asemejan a brotes de hierba, hojas o ramas de árboles jóvenes. Sus pieles son de tonos verdosos como las hojas o castaños y pardos como la corteza de los árboles.
Hay muchos feéricos: hadas, silfos, trasgos, gnomos, dríades, duendes... Los hay tan altos como humanos y pequeños como libélulas, con alas, sin alas, hermosos y grotescos. Hay dos grandes familias feérica: el Pueblo Grande y el Pueblo Pequeño. Estos últimos son tan pegueños que apenas salen del bosque para mezclarse con el resto de razas idhunitas. La mayoría de ellos tienen alas. Los gnomos, sin embargo, carecen de ellas, pese a pertenecer al Pueblo Pequeño. Pero también destacan por sus grandes saberes del medio natural y por ser mucho menos frívolos y atolondrados que los voladores.
Los miembros del Pueblo Grande, muestran más diferencias de un sexo a otro, pues entre ellos, solo los varones (silfos), tienen alas. El Pueblo Grande es el más conocido entre las otras razas, pues son quienes más tratos han tenido con ellas y de los que descienden la mayoría de feéricos de sangre Mestiza.
Hay otra variedad que no pertenece a ningún pueblo anteriormente nombrado: son los duendes, de tamaño medio y de carácter voluble. La mayoría de ellos viven en los bosques, pero otros se han instalado en distintas partes, donde conviven con otras razas idhunitas y se esfuerzan para hacerles olvidar su parentesco con los trasgos, de costumbres violentas y alma pequeña y malvada, de quienes se dice que fueron duendes que iniciaron una guerra fratricida en Awa y fueron, por tanto, condenados a habitar en el lúgubre bosque de Trask-Ban. Duendes y trasgos formarían el Pueblo Mediano, aunque muchos feéricos se niegan a reconocer a los trasgos como parte de su estirpe, e incluyen a los duendes entre la Gente Pequeña.
Todos ellos, no obstante, tienen tres cosas en común: su piel y su cabello, de tonos verdes o pardos, que los mimetizan con el entorno de la floresta; sus ojos, completamente negros, grandes y resgados, y su dependencia del bosque, puesto que no sobreviven lejos de él.
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